sábado, 11 de octubre de 2014

El día en que muera

El día en que muera, oh señora de las rosas, caminaré por el Bifrost cuando las Valkirias hayan recogido de la tierra mi frío cadaver. Con renovada alma, juventud eternal, me alzaré, quizá con el dolor acumulado, y con lento caminar me abriré camino hasta llegar a las puertas de Asgard. Allí el mismo Heimdall las abrirá para que mientras te observo a tí y a Heimrik, me den aún mas ganas de avanzar. Seré feliz ante aquella visión y el dolor del caminar se evaporará por la alegría de ver que por fin estoy allí, que por fin seré uno para con Sigurd Winterkalt, y que por fin ya no habrá dolor. Y cuando hinque mi rodilla en la tierra, tras cruzar el umbral, tu me alzarás, oh reina poetisa, y tu voz me animará a seguir hacia la morada del padre en las alturas, hacia el trono de Odin. Y cuando por fin la bendición del poderoso padre sea con nosotros, marcharemos a casa y podre descansar por fin en el lugar sagrado del preciado palacio de marmol, junto a nuestros seres queridos, en la tierra de Vanaheim, junto a sinuosos bosques y hermosas praderas y lagos.

Y ya nada nos separará. Porque no pienso abandonarte.

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