miércoles, 1 de octubre de 2014

Invocación

En esta fría noche de otoño, bajo la luz de las mas tenues velas, con fuego ardiendo en el corazón y emoción a flor de piel. En este momento de quietud y de misticismo que me envuelve, en el que las energías han optado por serme favorables y en la cual puedo sentir la chispa ardiente de la vida en mis venas, bajo el influjo de la luz de la luna y las estrellas. En este lugar yo te invoco.

Ven, Arantzazu Grauwind de la Lúne, señora de todas las rosas, reina poeta de la noche, a este encuentro con el destino en el cual te llamo. Acude a esta llamada en la que te pido ya no solo tu auxilio, sino la medicina que el alma necesita para los dos. Ven y libera nuestros espíritus, en sagrada comunión el uno con el otro, para que podamos gozar del alivio que nos está destinado. Haz que en esta noche seamos uno.

Que las fuerzas del otro mundo te traigan hasta mi y que tales fuerzas tambien me lleven hacia ti, con objeto de que ambos podamos gozar de la sola presencia de nuestros espíritus y que de este modo consigamos una perfecta comunión. Y ante todo, que si esta llamada te produce pesar alguno, entonces no tenga efecto, pues no quiero que tal llamada pueda producir dolor, sino alivio de forma natural. Y si tal alivio no se produce, que tal llamada no sea efectiva.

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